Plaza de toros de Torralba de Calatrava (Ciudad Real). Corrida de toros. Un tercio del aforo total.
Se lidiaron seis toros de Salvador Domecq. Desiguales de presentación. Primero inválido. Segundo, tercero y cuarto manejables. Faltos de entrega y clase quinto y sexto.
Esaú Fernández: silencio, ovación con saludos tras aviso y dos orejas en el que mató por Filiberto.
Filiberto: dos orejas.
Mario Sotos: oreja tras aviso y dos orejas.
Filiberto resultó cogido y conducido a la enfermería en el sexto, y más tarde al Hospital de Ciudad Real.
Corrida de toros a pecho descubierto en Torralba de Calatrava, sin el amparo de la televisión, y que pudo acabar en tragedia. Fue en el quinto. Filiberto se hincó de rodillas muy cerrado en tablas para recibir al segundo de su lote; pero lo hizo con tal ímpetu que perdió el equilibrio y el de Salvador Domecq lo arrolló de muy fea manera contra las tablas, apareciendo la temida sangre al levantarlo desmadejado y conducirlo a la enfermería. La plaza enmudeció mientras Esaú Fernández se hizo cargo de la lidia del toro, que en este momento pasó a carecer de la importancia que debería, a pesar de que le fueran concedidas dos orejas por un trasteo de voluntad rematado a la primera con la espada.
Afortunadamente las malas impresiones del inicio no se confirmaron y se trató de diversas contusiones – algunas de ellas en la cara- y golpes. De hecho, el torero albaceteño recuperó la consciencia poco después, siendo conducido al Hospital de Ciudad Real para realizar las oportunas pruebas.
Antes, el segundo de la tarde, primero de Filiberto, recibió dos puyazos, con el picador barrenando a conciencia, antes de que Filiberto quitara por tafalleras a pesar de la notoria tendencia del toro a meterse por el pitón derecho. La muleta de faena se basó, como era lógico, por el lado izquierdo, pitón por el que Salvador Domecq embistió noble y con buen aire. El trasteo se desarrolló con corrección sin arrebato. Lo mató contundentemente a la primera y las dos orejas fueron a sus manos.
El toro que abrió festejo renqueó de atrás desde salida, aunque no fue devuelto. Nada pudo hacer frente a él un Esaú Fernández claramente molesto con alguien del callejón por la condición del toro. Mató habilidoso con prontitud, lo cual fue de agradecer.
El cuarto fue otra cosa. Derrochó nobleza y, aunque no le sobró fuerza, se dejó mucho. Esaú lo pasó por los dos pitones con corrección y la figura algo forzada, reclamando la complicidad de los tendidos con frecuencia y acabando faena por luquesinas con el de Salvador Domecq muy venido abajo. Aunque dejó estocada casi entera a la primera falló con el descabello perdiendo trofeos.
El tercero se dejó mucho, sobre todo por el derecho, y por ese pitón Mario Sotos basó su faena, compuesta, ceñida y con gusto, sin alharacas pero con contenido, si bien se pasó de metraje, acabando con su antagonista al segundo intento, paseando una oreja.
Más deslabazada resultó la faena al sexto, que se defendió soltando la cara, lo cual no fue impedimento para que Sotos compusiera la figura sobre todo por el pitón derecho. Faena de largo metraje, con más cantidad que calidad, rematada de entera desprendida, y la concesión del doble trofeo.