Plaza de toros de Albacete. Décimo y último festejo de Feria. Tres cuartos de entrada.Sin ser un festejo decepcionante, lo cierto es que hoy el nivel no llegó a alcanzar las altísimas cotas conseguidas el año pasado en esta misma plaza con este mismo cartel.
Se lidiaron seis toros de Victorino Martín, bien presentados. Primero complicado. Segundo con un aceptable pitón derecho y nulo por el izquierdo. Bueno el tercero. Bueno el cuarto, de nombre Playero, número 40, premiado con la vuelta al ruedo. Quinto y sexto complicados. Rubén Pinar (de blanco y plata): dos pinchazos y entera desprendida (ovación con saludos); pinchazo y estocada entera desprendida (oreja); entera contraria (oreja). Sergio Serrano (de caña y oro): cuatro pinchazos, pinchazo hondo y descabello (ovación con saludos ); estocada casi entera caída (dos orejas); media arriba (vuelta). Miguel Ángel Sánchez actuó como sobresaliente. Caco Ramos y Diego Valladar saludaron tras banderillear al sexto. Pinar y Serrano salieron a hombros.Rubén Pinar pechó en primer lugar con un ejemplar de casi seis años que, a su complicada condición de rebañar y no pasar, se unió la dificultad ya señalada del viento. Lo lidió, con algún susto incluido, y se lo quitó de en medio a la tercera.
El tercero (segundo del lote de Pinar) fue un buen toro, de acometidas humilladas en capotes, bravo en el caballo, y con clase en el último tercio. Y ante él el acople del torero de Tobarra fue intermitente. En cuanto logró ligar el público respondió como un resorte, y cuando lo hizo con limpieza más aún. Pero tales circunstancias tan sólo se conjuntaron aisladamente, fundamentalmente en una tanda de derechazos, con la muleta montada y, por tanto, mayor manejabilidad. En descargo del torero citaremos de nuevo a Eolo. No obstante, paseó una oreja después de pinchar.
Pinar sorteó la voltereta varias veces durante la lidia del quinto, que fue agriando su comportamiento progresivamente. El de Victorino rebañaba buscando medias rosas, pero un solvente Rubén Pinar lo evitó, en un trasteo sin estilismos posibles aunque sí emoción vía un evidente riesgo. El acierto a la primera con la espada le permitió cortar la oreja que le abría la puerta grande.
Sergio Serrano puso sus cartas sobre la arena en el segundo yéndose a porta gayola y porfiando frente a un toro incierto en los primeros tercios, pero que en el último, por el derecho, dejándosela en la cara, persiguió la muleta a media altura. Por el izquierdo también se puso testimonialmente pero por ahí simplemente no pasaba. Fue una faena sorda, sin brillo, aunque meritoria, mal culminada con los aceros.
El cuarto se destapó en la muleta con embestidas templadas que Sergio Serrano condujo al hilo del pitón, toreando al de Victorino y adornando su labor también fuera de la cara del toro. Hubo pasajes vibrantes por los dos pitones, pero lo que terminó de calentar los ánimos fue la estocada de la que Serrano salió prendido, y la espectacular muerte del toro. Resultado: dos orejas para el torero, y vuelta para el toro.
Serrano salió de la enfermería con un vendaje en el muslo izquierdo para lidiar al sexto, al que fue a recibir a porta gayola. Tras la larga el albaceteño tropezó y quedó a merced del de Victorino, que no llegó a herirlo. En la muleta tuvo medio viaje por el izquierdo, y nulo por el derecho, por lo que lo único reseñable llegó al natural -y no fue ni mucho ni excelso- y en la actitud mostrada por Serrano, al que le llegaron a pedir la oreja.
Crónica: J. C. S.
Fotos: Prensa UTE Casas – Amador