Plaza de toros de Las Virtudes de Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real). Corrida de toros. Casi media entrada.
Se lidiaron seis toros de Las Monjas, muy bien presentados. Justos de raza. Mejores tercero y cuarto. Pepe Moral (de sangre de toro y oro): pinchazo y estocada entera algo tendida (oreja); estocada entera arriba (dos orejas).Adrien Salenc (azul plomizo y oro): entera desprendida (dos orejas); estocada atravesada que hace guardia y entera arriba (ovación con saludos).
Carlos Aranda (de sangre de toro y oro): pinchazo y media arriba (ovación con saludos); dos pinchazos y el toro se echó (ovación con saludos).
Los tres toreros se presentaban en esta plaza. Moral y Salenc salieron a hombros. Tuvo cuajo la corrida de Las Monjas lidiada en la plaza de toros cuadrada del santuario de Las Virtudes llegó, toda ella cinqueña. Además no molestó (dos toros se dejaron mucho) pero que tampoco fue un dechado de casta brava. El que abrió plaza acusó querencia tablas, y Pepe Moral vio condicionado su quehacer por tal circunstancia. Lo mejor de su actuación llegó en algunos naturales de hombros descolgados, aunque no tomó altura como conjunto. Muy manejable resultó el cuarto, que en las cuatro primeras tandas ofreció clase y humillación para, a continuación, agarrarse al piso. El acople de Moral fue desigual, aunque una estocada cobrada al primer intento puso las dos orejas en sus manos.El segundo se dejó sin más, con acometidas algo rebrincadas por su limitada fortaleza. Adrien Salenc le arrancó las dos orejas en base a un trasteo corajudo, sin excesivas contemplaciones estéticas, resultando herido leve en la pantorrilla izquierda después de un amago de voltereta. Por su parte el deslucido quinto se defendió punteando los engaños y sin pasar.
Dos volteretas protagonizó el tercero que, a pesar de tal circunstancia, embistió con boyantía a las telas de Carlos Aranda, inédito con el capote. En el último tercio destacó una única tanda entonada de derechazos, que se diluyó en una pléyade de banderazos, buenas intenciones y escaso lucimiento.
El cierraplaza recibió dos puyazos y (¿en buena lógica?) se apagó pronto. El último tercio fue una sucesión de probaturas, colocarse y quitarse por parte del torero daimieleño, que además pinchó.
Crónica y Fotos: J.C.S.