Plaza de toros de Añover de Tajo (Toledo). Corrida de toros. Casi media entrada.
Se lidiaron seis toros de Buenavista, bien presentados en cuanto a cuajo. Primero manejable. Segundo encastado, ovacionado en el arrastre. Tercero manejable. De serio comportamiento el cuarto. Muy venido a menos el quinto. Falto de entrega y bronco el sexto.
Morenito de Aranda, que sustituía a Curro Díaz: silencio y dos orejas.
Esaú Fernández: oreja y oreja.
Cristian Escribano: silencio tras aviso y oreja.
Roque de Vega y Julián Gómez Carpio saludaron tras banderillear al segundo, al igual que hizo Raúl Cervantes en el sexto.
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La corrida de Buenavista lidiada en Añover de Tajo tuvo el trapío exigido en algunas plazas de primera. Lucieron cuajo de carnes, pitones serios aunque no demasiado limpios, y juego interesante aunque no fácil. Así es Añover de Tajo. Les gusta el toro grande. Así es y así debe aceptarse, como de hecho se acepta por parte de quienes allí se anuncian. Como lo hizo Morenito de Aranda al acceder a la sustitución de Curro Díaz, herido en el campo recientemente.
El torero burgalés -aunque afincado en tierras toledanas- se entretuvo largo rato con un toro que mejoró su condición en el último tercio. Morenito tuvo que elegir terrenos cercanos a tablas para resguardarse del intenso viento reinante, realizando una faena con sabor, de derechazos algo rápidos pero sensación de torería indudable, con una parsimonia sin afectación que adornó sus entradas y salidas de la cara del toro. Manejó mal los aceros, perdiendo la oportunidad de pasear algún trofeo.
Importante resultó la faena de Morenito al cuarto, un toro serio en su estampa y en su comportamiento. El de Buenavista acometió sin convencimiento ni entrega pero con ímpetu, y el de Aranda de Duero le plantó cara con firmeza de plantas y claridad de ideas, amén de valor. No hubo brillantez plástica pero sí impronta de faena con contenido. Mató a la segunda y paseó dos orejas.
El segundo fue un buen toro. El burraco embistió encastado por los dos pitones, si bien tuvo mayor templanza por el izquierdo, lado por el que también Esaú Fernández, su matador, manejó la muleta con mayor sutileza -quizás una cosa fuera consecuencia de la otra-, llevándolo largo y por abajo con mucho mando. Menos mando y pulso hubo en los derechazos. Cerró faena con toreo accesorio como fueron circulares y luquesinas, fallando a la hora de matar pero cortando una oreja.
El quinto quiso pero no pudo, llegando al último tercio muy apagado, quedando prácticamente inédito el de Camas a excepción de la gran estocada recetada al primer intento y que le valió una oreja.
Cristian Escribano torea poco pero sabe torear. Lo volvió a demostrar una tarde más de las pocas que puede. En el tercero, un toro que se movió sin demasiada coordinación en los dos primeros tercios, rompió a embestir a la muleta de Escribano, sobre todo por el pitón izquierdo. Tres tandas de naturales compuestos dando el medio pecho, embarcando y conduciendo con la panza y rematando con garbo fueron lo más destacado de una faena que tuvo la duración que marcó el toro de Buenavista, el cual, llegado el momento, echó el cierre y dejó de pasar, buscando con guasa al torero toledano. Fue una lástima que el manejo de los aceros no resultara acertado y que el toro tardara en echarse, llegando a escuchar un aviso.
La movilidad que el sexto derrochó en los dos primeros tercios se agrió, tornándose broncas arrancadas defensivas a la hora de tomar la muleta de Cristian Escribano, quien no se arrugó a pesar de la condición de su antagonista. No prolongó en exceso su trasteo (cosa de agradecer en estos tiempos de faenas muy dilatadas), dejando una estocada entera desprendida, paseando la última oreja del festejo.
Imagen: CMMedia
