El novillero Carlos Aranda, al igual que otros tantos toreros, continúa estos días con su intensa preparación en el campo, con el cuerpo y la mente dispuestos para cuando la situación «se normalice» y aparezca su nombre anunciado en los carteles.
El joven diestro de Daimiel ha pisado estos días distintas casas ganaderas, como las de Gómez de Morales, en tierras salmantinas, donde toreó dos vacas; la de Rosa Rodríguez, ubicada en Portugal, en la que tuvo la oportunidad de ponerse delante de tres vacas y un toro; y la de Los Ronceles, situada en el término municipal de Vilches (Jaén), en la que disfrutó de la embestida de dos hembras más.
En todos los tentaderos referidos Carlos Aranda ha estado a un gran nivel, afirmándose cada vez más en su concepto del toreo y ahondando en el mismo, en cuanto a profundidad y sentimiento. Es ése el deber del torero, avanzar y progresar en su profesión, aprovechando al máximo las ocasiones que se le brindan para que cuando llegue el momento de hacer el paseíllo en una plaza delante de un público, éste encuentre algo nuevo y mejorado de lo que había con anterioridad. En esas está Carlos Aranda.