Plaza de toros de Socuéllamos (Ciudad Real). Corrida de toros. Casi tres cuartos de entrada.
Se lidiaron seis toros de Manuel Blázquez, de escasa presencia en cuanto a pitones. Nobles y manejables en general, aunque no sobrados de fuerza. Manuel Díaz «El Cordobés»: dos orejas y oreja.El Fandi: dos orejas y dos orejas.
David de Miranda: dos orejas y dos orejas y rabo.
José Antonio Carretero recibió una placa en reconocimiento a su carrera al romperse el paseíllo. Fernando Sánchez y Carretero saludaron tras banderillear al tercero. La plaza de toros de Socuéllamos registró la mejor entrada de los últimos años al reclamo del toreo popular, menos exquisito en su expresión artística, pero tremendamente necesario.Un Cordobés muy animoso y con evidente menor agilidad que años atrás exprimió al blando primero de la tarde hasta arrancarle dos orejas.
Nada ocurrió reseñable hasta que el incierto cuarto lo arrolló y cogió feamente en la arena, afortunadamente, sin consecuencias graves, a pesar de las evidentes muestras de molestia del torero de Arganda.
El Fandi desplegó toda la artillería desde el primer momento. ¿Para qué esperar? Al segundo le pegó cuatro largas cambiadas de rodillas, quitó por chicuelinas, banderilleó con variedad -y escaso ajuste-, y lo pasó de muleta con relativa suavidad, como embistió el ejemplar de cuerna reducida -notablemente cornicorto- de Manuel Blázquez. Además, lo mató a la primera tirándose encima, e igualó el número de trofeos de El Cordobés en el primero, si bien se le pidió el rabo.
El quinto agotó casi por completo su fuelle en los dos primeros tercios, sobre todo en el segundo, con cuatro pares en los que el granadino apretó al de Blázquez, que llegó sin fondo a la muleta. Ello no fue óbice para que David cortara dos orejas. No en vano si no pasaba el toro, pasaba él, dejando sensación de que algo se movía por allí, ya fuera toro o torero.
David de Miranda tocó otros resortes más clásicos. En el tercero se hizo presente con cierta brillantez tanto en el recibo a la verónica como en un quite por tafalleras y gaoneras, y anduvo solvente en el último tercio, con un toro que se apagó como una vela después del vibrante inicio con pase cambiado en los medios. Y como anduvo presto matando, dos orejas fueron a su esportón.
Lo mas templado de la tarde llegó en el sexto, en varias fases con ambas manos. David de Miranda lo llevó cosido a los flecos de su muleta, y su oponente fue tras ella sin emoción ni pujanza pero con un ritmo extraordinario. A toro ya muy parado optó por unas cercanías que terminaron de encender los ánimos en los tendidos, que llegaron a pedir, incomprensiblemente, el indulto. Una estocada entera desprendida puso fin parcialmente a las tonterías; aún quedaba ver al toro sin rabo premiado con la vuelta al ruedo.
J.C.S.